Cómo entender y gestionar la crispación social: aportes de María Jesús Álava Reyes
La psicóloga María Jesús Álava Reyes analizó en la sección de Psicología de «La Brújula» el auge de la crispación social, un fenómeno que califica de «más vigente que nunca» por el clima de enfrentamiento en noticias y sociedad, proponiendo soluciones como objetivos comunes y líderes dialogantes para rebajar la tensión.
En un contexto de creciente polarización, incertidumbre y tensiones sociales —potenciado por crisis económicas, laborales y sociales— hablar de salud mental deja de ser algo puramente individual para adquirir una dimensión colectiva. Precisamente esa fue la reflexión central de María Jesús Álava Reyes en su participación en “La Brújula”: la crispación social que muchos experimentamos no surge de la nada; es fruto de múltiples factores —estructurales, mediáticos, emocionales— y puede ser gestionada desde la psicología, la educación emocional y el diálogo consciente.
¿Por qué vivimos una época de crispación permanente?
Según Álava Reyes, la crispación que hoy inunda espacios públicos y privados tiene raíces profundas:
- Muchas personas viven situaciones difíciles: precariedad laboral, desigualdades, incertidumbre económica, falta de oportunidades. Esa sensación de fragilidad personal puede traducirse en ansiedad, miedo o frustración. Frente a ello, a veces se buscan “chivos expiatorios”: culpar al otro se convierte en una manera de canalizar el malestar.
- A ese escenario se le suma una disminución del diálogo reflexivo y del razonamiento, y un aumento de los impulsos polarizantes: en lugar de debatir, se impone; en lugar de escuchar, se grita; en lugar de buscar soluciones, se busca prevalecer.
- En muchos casos, la crispación no es espontánea: existen actores —políticos, mediáticos, sociales— que alimentan deliberadamente el conflicto, el miedo o la división. Álava Reyes advierte de que esa “crispación buscada y alimentada cada día” no es fruto del azar, sino de cálculos estratégicos.
Así, lo que vivimos no es solo un malestar individual, sino una crisis colectiva: una fragilidad emocional social que se retroalimenta con miedo, sombras, resentimiento y manipulación de emociones.
Propuestas para reducir la tensión: desde lo individual a lo colectivo
En su reflexión en “La Brújula”, María Jesús Álava Reyes no se limitó al diagnóstico. Ofreció —y desde nuestro centro compartimos— una serie de estrategias fundamentales para gestionar la tensión emocional tanto a nivel personal como social:
🔹 Promover la educación emocional y el pensamiento crítico
Educar desde la infancia (y en todas las etapas de la vida) en valores como la empatía, la honestidad, el respeto y la reflexión crítica. Cuando desde pequeños aprendemos a escuchar, a cuestionar, a dialogar, desarrollamos la capacidad de convivir en la diversidad, resistir la manipulación y construir vínculos desde el respeto.
Es esencial fomentar un diálogo sobrio, informado y consciente: alejarse de los impulsos, las descalificaciones y el ruido mediático que suele cebar la crispación. En ese sentido, señalar la pluralidad de voces, contrastar informaciones, reflexionar antes de reaccionar —eso contribuye a construir una sociedad más madura emocionalmente.
🔹 Recuperar objetivos comunes, sentido de comunidad y valores compartidos
En tiempos de fragmentación, volver a rescatar lo que nos une —humanidad, solidaridad, respeto, proyectos colectivos— puede disminuir la tensión. María Jesús Álava destaca la importancia de líderes, referentes y espacios que promuevan el acuerdo, el encuentro y la templanza.
También sugiere desenmascarar la manipulación emocional: dejar de “dar atención” a quienes siembran la confrontación, exponer su modus operandi —la mentira, la exageración, la polarización— y mostrar que esas conductas empobrecen la convivencia.
🔹 Apostar por respeto, empatía y diálogo como base del bienestar colectivo
La crispación se combate —además de con racionalidad— con valores humanos: hablar desde el respeto, escuchar al otro, expresar desacuerdo sin agresión, reconocer emociones propias y ajenas, y construir puentes en lugar de muros. Esa actitud no es ingenua: es valiente, consciente y profundamente transformadora.
¿Qué aporta el Centro de Psicología Álava Reyes en un contexto como este?
Como espacio profesional comprometido con la salud mental, en el Centro de Psicología Álava Reyes creemos que la reflexión de María Jesús Álava no es solo “actualidad mediática”, sino parte de la esencia de nuestro trabajo. Estos son algunos de nuestros compromisos:
- Acompañar procesos individuales de inquietud, malestar o angustia social. Si sientes que la tensión colectiva te afecta: ansiedad, irritabilidad, miedo, desconfianza… podemos ayudarte a recuperar bienestar, claridad y equilibrio emocional.
- Formar en habilidades de gestión emocional, pensamiento crítico y comunicación sana. Ofrecemos herramientas terapéuticas y psicoeducativas para cultivar empatía, autoconocimiento, autorregulación emocional y resiliencia.
- Promover espacios de diálogo, escucha y reflexión comunitaria. Porque creemos que la salud mental individual tiene sentido también en comunidad: familias, colegios, grupos de trabajo, sociedades.
- Difundir una psicología aplicada a la vida diaria. Más allá de la clínica, orientada a ayudar a personas a construir su mundo interior, sus relaciones, sus valores, su convivencia.
Una invitación a la reflexión y al cambio consciente
El mensaje que María Jesús Álava compartió en “La Brújula” no es pesimista, aunque señala realidades complejas. Es un llamado a la conciencia: a no dejarnos arrastrar por la manipulación emocional, por el miedo, por la polarización; a no aceptar la crispación como algo inevitable.
Desde el Centro de Psicología Álava Reyes te invitamos a reflexionar: ¿Qué puedo hacer yo desde mi día a día para contribuir a un clima de respeto, diálogo y empatía? ¿Cómo puedo cuidar mis emociones, analizar mis pensamientos y actuar de forma consciente?