Movimiento y aprendizaje. Por Lorena de Paz

Movimiento y aprendizaje - pexels-sharon-mccutcheon-1449934

Diversos estudios realizados en los últimos años señalan la relación directa entre la actividad física y la mejora de las funciones ejecutivas, especialmente en la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la atención.

Sabemos que el desarrollo cognitivo y motor se producen desde antes del nacimiento y su correcta evolución durante la infancia tendrá un gran impacto en la edad adulta. Los niños y las niñas tienen diferentes asignaturas, juegos y otras actividades para potenciar estos dos tipos de desarrollo. No obstante, es importante concebir el desarrollo infantil dentro de un marco global, esto es, las diferentes áreas de desarrollo no se potencian de manera aislada. Por ejemplo, se conoce que la actividad física repercute en el desarrollo cognitivo. Ahora bien, ¿en qué sentido el desarrollo motor ayuda a potenciar el aprendizaje académico?

  • La actividad física mejora las funciones ejecutivas: atención, planificación, control inhibitorio. Diversos estudios realizados en los últimos años señalan la relación directa entre la actividad física y la mejora de las funciones ejecutivas, especialmente en la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la atención. Estos resultados también se han obtenido al estudiar el impacto de la actividad física en las funciones ejecutivas de niños y niñas con TDAH. En la misma línea, un estilo de vida sedentario durante la infancia tiene repercusiones en el proceso de maduración cognitiva durante la adolescencia.
  • El desarrollo se produce de lo general a lo específico: cuando existen dificultades en tareas que requieren motricidad fina como, por ejemplo, la escritura, sería necesario valorar previamente cómo es su motricidad gruesa (coordinación corporal, tono muscular, precisión, fuerza, etc. Por ejemplo, un niño que no calibra su fuerza puede apretar en exceso el lápiz, ocasionándole fatiga muscular y, por ello, el niño podría percibir esta actividad como algo desagradable.
  • Un adecuado desarrollo motor se asocia a un correcto control postural y éste mejora el aprendizaje: la actividad física contribuye al desarrollo motor y al desarrollo de la propiocepción, es decir, la capacidad de saber cómo se orienta nuestro cuerpo en un espacio determinado y cómo cada parte del cuerpo está posicionada sin necesidad de verla. Gracias a esta conciencia corporal, podremos realizar actividades que impliquen atención durante un tiempo prolongado como, por ejemplo, estudiar para un examen. Las personas con un escaso desarrollo de la propiocepción pueden adoptar posturas corporales cuando están sentadas que perjudican a su cuerpo, provocando molestias físicas. Cuando un alumno se sienta incorrectamente o estudia en un espacio inadecuado, ya sea porque la mesa y la silla son demasiado grandes o demasiado pequeñas, el tiempo que permanecerá estudiando será menor. En Educación Primaria nos encontramos con un elevado porcentaje de alumnos que no son capaces de permanecer haciendo su tarea escolar durante el tiempo deseado, por ello, para intervenir adecuadamente el primer paso sería valorar si el espacio y su conciencia corporal son adecuados, por ejemplo, si trabaja en una silla elevada que deja sus pies sin apoyo, podría suceder que prefiera sentarse sobre sus pies o que apoye su cabeza sobre su mano, ya que estas posiciones le dan más información a nivel propioceptivo. En estos casos, el adulto suele corregir la postura, diciéndole que se siente adecuadamente, cuando lo más recomendable sería adaptar el espacio al alumno, por ejemplo, colocando un reposapiés que ayude a mejorar su postura corporal y le aporte información propioceptiva. Todo ello tiene un gran impacto en los procesos cognitivos.
  • Ayuda a la autorregulación: teniendo en cuenta la estrecha relación entre las funciones ejecutivas y la autorregulación, no es de extrañar que el movimiento durante la infancia favorezca la autorregulación de los niños y niñas.
  • Mejora la inteligencia emocional: un adecuado desarrollo motor apoyado con actividad física diaria mejora la autoestima, aumenta la tolerancia a la frustración y disminuye el riesgo de depresión y de sufrir ansiedad. Estos aspectos son clave durante la etapa escolar.

Debido a que el desarrollo se produce de manera global y no aislada, el desarrollo motor tiene relación directa con el desarrollo cognitivo y la motricidad gruesa influye en la motricidad fina, deberíamos reflexionar sobre la cantidad de actividad física que realizan los alumnos, la adecuación del espacio para el estudio y las consecuencias nefastas de castigar a los alumnos sin recreo, educación física o extraescolares en las que realicen sus deportes favoritos. Los niños necesitan moverse para poder aprender y los adultos debemos ser facilitadores del movimiento.

FUENTE: magisnet.com