La soledad como problema y negocio: un análisis desde la psicología
La soledad no deseada deja de ser únicamente un fenómeno social aislado para convertirse en un problema de salud pública y, a la vez, en una industria que crece sin apenas freno. Según las últimas publicaciones en medios de comunicación, más de mil millones de personas en el mundo experimentan de forma frecuente o severa la sensación de soledad. Esta realidad, lejos de disminuir, se intensifica en sociedades hiperconectadas, urbanas y con cambios demográficos profundos.
¿Por qué se convierte la soledad en un negocio?
Las dinámicas sociales actuales favorecen que muchas personas vivan solas, trabajen de modo remoto, se trasladen de ciudad o país, o cambien sus vínculos tradicionales. Al mismo tiempo, la necesidad de conexión auténtica (más allá del simple contacto digital) se vuelve cada vez más palpable. Empresas, start-ups y capital riesgo han detectado este nicho: apps para hacer amigos, robots de compañía, alquiler de acompañantes, comunidades presenciales, cursos, clubes y plataformas de salud emocional. Como se señala en el artículo, “hay gente que paga para que le acompañen al médico o a misa”.
Entre los impactos económicos, por ejemplo en España se estima un coste anual de más de 14.000 millones € para la soledad no deseada: gasto sanitario, medicación, pérdida de productividad. Otra estimación apunta a que esta “economía de la soledad” podría superar los 500.000 millones USD en pocos años.

Una aportación clave: María Jesús Álava Reyes
Desde el ámbito de la psicología, María Jesús Álava Reyes advierte que lo esencial no es solo estar acompañado, sino no sentirse solo. Estar solo puede ser una elección saludable; sentirnos solos revela desconexión emocional: con nosotros mismos, con los demás, con el sentido de pertenencia.
La soledad auténtica es más profunda que la ausencia física.
Consecuencias psicológicas y sociales
Las implicaciones de la soledad no son solo emocionales, sino también físicas y socioeconómicas: mayor riesgo de depresión, enfermedades cardiovasculares, demencia, reducción en la esperanza de vida; además, de aumento de la demanda sanitaria y pérdida de productividad.
Desde la psicología, es fundamental entender que sentirse solo no es un fallo personal sino una señal de alerta: una invitación a explorar qué vínculos internos o externos no están siendo atendidos.
¿Qué podemos hacer?
En el Centro de Psicología Álava Reyes proponemos tres líneas de intervención:
- Reconexión interna
- Fomentar el autoconocimiento: ¿Qué estoy sintiendo cuando me siento solo?
- Aceptación de la propia vulnerabilidad: la soledad no deseada también puede abrir camino a recursos internos de resiliencia.
- Desarrollo de compasión y autoconfianza: reconocerse digno de vínculos de calidad.
- Construcción de vínculos auténticos
- No se trata solo de “tener compañía”, sino de “sentirse acompañado”.
- Promoción de redes reales, presenciales o mixtas, que permitan intercambio genuino y pertenencia.
- Evitar soluciones superficiales que sustituyen el vínculo humano por la transacción (apps, robots) sin atender el componente emocional.
- Intervención estructural y preventiva
- Sensibilización sobre la soledad como fenómeno: no solo en personas mayores, sino en jóvenes, trabajadores en remoto, migrantes internos, etc.
- Enfoque integrador: salud mental, comunidad, entorno laboral, estilo de vida.
- Apoyar estrategias comunitarias, grupos de apoyo, actividades de socialización con contenido significativo.
Claves para evitar que la soledad nos domine
- Diferenciar “estar solo” de “sentirse solo”: el primero puede generar crecimiento, el segundo dolor.
- Evaluar qué tipo de compañía buscamos: ¿relaciones profundas o solo evitar la soledad momentánea?
- Invertir en calidad y coherencia emocional: los servicios que “alquilan compañía” pueden paliar el síntoma, pero no siempre el origen.
- Educar en la gestión de la vulnerabilidad: aceptar que estar solo a veces es parte de la vida, pero no resignarse a sentirse solo siempre.
Cuidarnos, conectar y pertenecer
La soledad no deseada es un reto colectivo de nuestra época, con dimensiones psicológicas, sociales y económicas. Pero también es una oportunidad para replantear nuestras relaciones, nuestra forma de vincularnos y nuestra salud emocional. Desde el Centro de Psicología Álava Reyes, invitamos a mirar esta realidad con honestidad: reconocer el dolor, valorar el ser y buscar vínculos que nos nutran. Porque lo que realmente merece nuestra atención es el de cuidarnos, conectar y pertenecer.