Claves para lograr una separación sana: cómo dejar de amar sin caer en el odio
Las rupturas de pareja son uno de los procesos vitales más dolorosos y, sin embargo, más habituales. Cuando una relación termina, no solo se disuelve un proyecto en común: también se activan emociones intensas que, si no se gestionan adecuadamente, pueden transformarse en resentimiento, rabia e incluso odio. En su intervención en La Brújula de Onda Cero, María Jesús Álava Reyes reflexiona sobre esta transformación emocional y ofrece pautas esenciales para lograr una separación verdaderamente sana, incluso cuando el amor se ha terminado.
En este artículo profundizamos en por qué el amor puede mutar en hostilidad, qué factores alimentan el conflicto y cómo afrontar una ruptura con respeto, serenidad y responsabilidad, especialmente cuando hay hijos de por medio.
¿Por qué tantas parejas terminan odiándose? La raíz del desencuentro
Una de las preguntas más frecuentes en consulta es cómo dos personas que han compartido años de vida, planes y afecto llegan a convertirse prácticamente en desconocidos enfrentados. Tal y como explica María Jesús Álava Reyes, este fenómeno suele comenzar con una desincronía emocional: uno de los miembros de la pareja siente que la relación ya no funciona, mientras el otro desea mantenerla.
Esa asimetría genera dolor, incomprensión y miedo, y puede llevar a que quien desea la separación empiece a ver al otro como un obstáculo, e incluso como un enemigo en su día a día. Cuando no se expresa lo que se siente, o cuando no se acepta la decisión del otro, el malestar se multiplica.
La dificultad de entender esta diferencia de tiempos emocionales es uno de los motores que transforma el desencanto en enfado, y el enfado en hostilidad.
El peligro del sentimiento de posesión en la pareja
Uno de los factores que más deteriora una relación —y que más complica una ruptura sana— es el sentimiento de posesión. Álava Reyes lo describe con claridad: cuando una persona entiende a su pareja como una propiedad, deja de verla como un ser autónomo con deseos, decisiones y derechos propios.
Esta confusión entre afecto y posesión puede desembocar en:
- conductas desproporcionadas,
- pensamientos irracionales,
- actitudes que deshumanizan al otro,
- negación del derecho a decidir sobre la propia vida.
Cuando esto ocurre, la ruptura no solo es inevitable: también resulta especialmente dolorosa. La persona que se siente “propietaria” experimenta la separación como una traición, lo que puede generar frases cargadas de resentimiento como “¿Cómo me has podido hacer esto?” o “No tienes derecho a enamorarte de otra persona”. Aunque comprensibles desde el dolor, estas reacciones obstaculizan cualquier proceso de cierre emocional.
Ruptura madura: sí es posible separarse bien
Aunque no se puede obligar a nadie a seguir amando, sí se puede —y se debe— gestionar la separación con respeto y responsabilidad. Una ruptura madura parte de la aceptación de que el ciclo de la relación ha terminado. Desde ahí, es más fácil construir acuerdos sanos que permitan avanzar.
Entre las recomendaciones clave para “separarse bien”, destacan:
1. Buscar acuerdos, no culpables
El objetivo no es ganar una batalla, sino cerrar una etapa. Los acuerdos permiten evitar conflictos innecesarios y reducir el impacto emocional.
2. Contar con mediación profesional
María Jesús Álava Reyes subraya la importancia de recurrir a profesionales, tanto mediadores como psicólogos, que ayuden a gestionar las decisiones prácticas y emocionales. En el ámbito legal, incluso recomienda, cuando es viable, contar con un mismo abogado para agilizar acuerdos y evitar posiciones enfrentadas.
3. Proteger a los hijos por encima de todo
Los niños nunca deben ser utilizados como moneda emocional. Su bienestar exige evitar discusiones delante de ellos, no hablar mal del otro progenitor y mantener rutinas y estabilidad. La intervención de un psicólogo es especialmente recomendable para minimizar el impacto emocional en los menores.
Cuando no hay diálogo: el riesgo del silencio y el enfrentamiento
Hay separaciones en las que el bloqueo comunicativo es tal que la pareja cae en el silencio, la agresividad pasiva o el conflicto abierto. En estas situaciones, Álava Reyes alerta del peligro de entrar en espirales de violencia emocional que prolongan el sufrimiento.
Si la comunicación es imposible, buscar ayuda especializada es imprescindible. Un profesional puede reconducir el diálogo, facilitar acuerdos y prevenir daños para todas las partes.
Separarse bien es un acto de madurez emocional
Cerrar una relación nunca es sencillo, pero sí puede ser un proceso digno y respetuoso. Como recuerda María Jesús Álava Reyes, “la separación es una ocasión única para demostrar que quien fue objeto de nuestro amor no debe convertirse en blanco de nuestro odio”.
Aprender a dejar de amar sin odiar es un acto de responsabilidad personal y una muestra de evolución. Con acompañamiento adecuado, diálogo y una gestión emocional sana, es posible transformar el dolor de la ruptura en una oportunidad para crecer y comenzar una nueva etapa con serenidad.
Si quieres orientación para afrontar una ruptura o necesitas apoyo profesional, el Centro de Psicología Álava Reyes puede ayudarte a gestionar el proceso con equilibrio, respeto y bienestar emocional. Ponte en contacto con nosotros.