Pepe tenía 25 años cuando entró a trabajar en una empresa de servicios como administrativo.
Al principio, a la mayoría les pareció un joven simpático, que se esforzaba por caer bien, pero al cabo de unos meses, Raquel, su compañera más cercana de trabajo, no salía de su asombro, ante las mentiras que era capaz de inventar Pepe cada día.
Raquel, estaba viviendo una auténtica pesadilla. Nunca había estado con una persona al lado tan falsa, y con una carencia absoluta de límites o escrúpulos.
La situación cada vez era más dramática y más peligrosa para Raquel. Su sensación era de absoluta indefensión, no sabía cómo debía actuar y, lo que era peor, su autoestima y su confianza en sí misma disminuían en la misma medida que las mentiras de Pepe se intensificaban.
Raquel no se podía permitir perder su trabajo, pero llevaba unos meses en que había perdido su alegría y hasta su salud.
Acudió a nosotros “in extremis”, empujada por su novio, que veía como cada día Raquel se hundía más y se defendía menos.
Cuando hicimos un análisis riguroso de su caso, comprobamos que Raquel era una trabajadora competente, buena compañera y generosa en sus relaciones con los demás.
Llevaba dos años y medio en su empresa y durante este tiempo se había ganado la confianza y la valoración de sus jefes, de sus colegas y de los clientes. Todo marchaba bien, le gustaba lo que hacía y hasta pocos meses atrás tenía fundadas esperanzas de que la hicieran fija al cumplir su tercer año, pero la llegada de Pepe había revolucionado su tranquila vida.
Raquel, al contrario de lo que en ella era habitual, se sentía muy insegura, muy desprotegida y muy desanimada. Al principio, intentó pensar que Pepe tendría algún problema grave, que no la permitía centrarse en el trabajo, y que hacía que constantemente se inventase excusas para justificar sus errores y su bajo rendimiento. De hecho, con su mejor intención, un día, que de nuevo se había equivocado en su trabajo, y que dos jefes se habían quejado, le preguntó a Pepe si le pasaba algo, y se ofreció para ayudarle. Aparentemente, Pepe le dio las gracias, y en tono muy dramático le dijo que a su madre le habían diagnosticado un cáncer y eso hacía que estuviese tan distraído, pues se sentía muy angustiado.
Raquel es de esas personas honestas, que jamás se le ocurriría mentir diciendo que su madre estaba “enferma”, por lo que se tragó plenamente la primera gran mentira de Pepe.
A partir de ahí, los acontecimientos se sucedieron. Pepe cada vez llegaba más tarde o faltaba al trabajo, y le pedía a Raquel que le cubriese, pero la situación llegó un momento que se hacía insostenible; las quejas hacia el trabajo de Pepe aumentaban cada día, pero este, lejos de estar preocupado, de nuevo no paraba de sorprender a Raquel, y nuestra amiga empezó a observar comportamientos extraños en una persona que se supone que está preocupadísimo ante la enfermedad grave de su madre. Extrañamente, Pepe, se mostraba demasiado “alegre”, demasiado risueño, coqueteando abiertamente con una de las jefas que tenían. El resultado no se hizo esperar, en pocas semanas Pepe sólo estaba pendiente de ir al despacho de esa jefa con la que tanto parecía congeniar, y para ello se inventaba cualquier excusa. Pero lo peor llegó un día en que esta jefa, con muy mal tono, le dijo a Raquel que acudiese a su despacho y cuando apenas había entrado, sorprendió a nuestra amiga con una bronca y unas acusaciones, antes las que Raquel no fue capaz de reaccionar. Se quedó tan bloqueada, que sólo acertó a decir que tenía que haber una confusión, que lo que estaba diciendo nunca había sucedido. Al volver a su sitio, cuando Raquel intentó comentarle a Pepe que estaba desolada, y que por favor fuese a ver a esta jefa y le dijera la verdad, que ella nunca se había aprovechado de él, nunca se había apoderado de su trabajo y nunca se había mostrado enfadada, a pesar de que le caía gran parte del trabajo que Pepe debía hacer, se encontró con una respuesta que jamás había esperado: Pepe, adoptando un aire de superioridad y con una actitud muy agresiva, le dijo, en un tono de voz muy alto, seguramente para que le oyesen otros compañeros, que estaba harto de sufrir en silencio sus broncas y sus humillaciones, que desde que había llegado le había hecho la vida imposible y que no paraba de acosarle cada día…
Por fin Raquel había contemplado cómo era de verdad su compañero. Cuando nos contaba lo sucedido, aún no salía de su asombro, y no paraba de repetir: ¿pero cómo puede decir que le humillo, cuando me paso el día cubriendo sus ausencias y disculpando sus fallos ante todos?
Nos costó que Raquel comprendiera que tenía ante sí a una persona sin escrúpulos, que seguramente se justificaba sus propias mentiras y, que sin duda, perseguía un fin. Aunque nuestra amiga se resistía, no tuvo más remedio que admitir que, probablemente, lo que Pepe buscaba era blindarse ante las quejas de los otros jefes y, en última instancia, arrebatarla el posible contrato definitivo, que tanto se había ganado Raquel.
Una vez descubierto el objetivo, el siguiente paso fue preparar a Raquel para que pudiera desactivar las mentiras y las difamaciones de su compañero. Para ello, consideramos el perfil psicológico que tenían las principales personas que intervenían en este caso, y elaboramos una estrategia que dejara al descubierto las mentiras de Pepe.
Desde ese día,
la primera consigna con un mentiroso compulsivo es sorprenderle y no entrar nunca en sus provocaciones.
En paralelo, no volvería a cubrir sus fallos ante el resto de la organización; finalmente, trataría de saber cuál era el verdadero estado físico de la madre de Pepe, pues el mensaje de que él estaba muy afectado, porque su madre estaba gravemente enferma, lo había difundido por toda la empresa.
Como esperábamos, Pepe no se había preparado para esa ofensiva, había subestimado a Raquel, pensaba que estaba tan hundida, que con un par de “empujones” más, seguramente conseguiría sus propósitos.
Por ello se quedaba fuera de sitio, con los ojos a cuadros, cada vez que veía que Raquel no entraba en sus provocaciones, y actuaba como si él no existiera.
Por otra parte, en cuanto Raquel dejó de “cubrirle”, las quejas hacia su trabajo se hicieron cada vez más patentes; el jefe directo de ambos un día le dijo, delante de Raquel, que o reaccionaba, o no le renovarían el contrato, al finalizar el que tenía.
Por último, Raquel no paró hasta descubrir que la madre de Pepe trabajaba como comercial para una empresa que trataba de introducir sus productos en el mercado español; así que decidió dar el paso definitivo. Raquel se había sentido tan engañada, que llamó a una amiga y le preguntó si no le importaba quedar con la madre de Pepe, con la excusa de que estaba interesada en esos productos; la amiga, que sabía perfectamente lo que estaba pasando, accedió a su petición y concertó con ella una reunión.
La posible enfermedad de la madre de Pepe, era el único punto que aún condicionaba a Raquel. Por nada del mundo quería perjudicar a un compañero que lo estuviera pasando mal por la enfermedad de su madre. Todos los indicios apuntaban claramente a que también mentía en este aspecto, pero ella se quedó más tranquila cuando tuvo la certeza que, de nuevo, Pepe no había tenido el mínimo escrúpulo en valerse de cualquier persona para mentir; incluso, en utilizar la posible enfermedad de su madre para dar pena.
Tal y como era de esperar, su amiga se encontró a una mujer bastante joven, bien parecida y con un aspecto muy saludable; desde luego, una imagen que distaba mucho de corresponderse con la historia que había contado su hijo. Hacía sólo unos días, Raquel había escuchado de nuevo como Pepe le decía a la “jefa” que tanto le apreciaba y protegía, que su madre estaba muy deteriorada, que llevaba varios meses de baja, sufriendo las consecuencias de la quimioterapia, que se había quedado sin pelo y estaba “en los huesos”. La amiga de Raquel intentó conseguir la prueba definitiva, así que le pidió sus datos para valorar si hacía un pedido y, cuando le dio su tarjeta, con gesto de asombro, le preguntó si ella era la madre de Pepe…, le dijo que su hijo hablaba mucho de ella y que le encantaría que se hicieran una foto juntas para mandársela. La madre se mostró algo sorprendida, pero halagada por el comentario y accedió encantada a la foto. Lógicamente, la amiga de Raquel le insistió que no dijera nada a su hijo, pues quería darle la sorpresa.
Al día siguiente de estos hechos, la jefa “benefactora” de Pepe llamó a Raquel para que fuese a su despacho, esta intuyó que sería para tratar de convencerla de que siguiera protegiendo a Pepe, pues en la medida que aumentaba el cuestionamiento público hacia el trabajo de su compañero, se incrementaron también las visitas de este al despacho de la única persona en la empresa que le protegía. En aquel instante, Raquel decidió jugar sus cartas y le pidió disculpas, pero le dijo que le resultaba imposible ir, porque tenía que terminar un trabajo muy urgente. Tal y como había previsto, la jefa se personó inmediatamente en su mesa y, en tono enérgico, le dijo que le parecía mentira que ella, siendo mujer, no mostrase más sensibilidad ante la difícil situación familiar que estaba viviendo Pepe; para sorpresa de ambos, Raquel, con un tono de voz muy tranquilo, exhalando un suspiro de aparente resignación, mirando fijamente a la jefa, le preguntó que no entendía bien a qué situación familiar se refería y ésta, muy alterada, le comentó cómo podía olvidar la tragedia que estaba viviendo Pepe, teniendo que ocuparse de una madre que estaba tan enferma que no tenía fuerzas ni para levantase de la cama; en ese momento, quien se levantó de la silla fue Raquel, cogió su móvil y le dijo a la jefa si conocía a la madre de Pepe, y a continuación preguntó en voz alta: Pepe, cuánto tiempo dices que lleva tu madre sin poder salir de casa?, cuántos kilos dices que ha perdido? de qué cáncer la están tratando? Pepe por primera vez se puso muy nervioso, miró preocupado a Raquel, pero al ver que esta le sostenía la miraba con cara de incredulidad, adoptó un tono “aparentemente afectado”, y dijo que el estado de su madre era lamentable, que llevaba varios meses de baja, que sólo se levantaba para ir al hospital cuando le tocaba el ciclo de quimioterapia y que él vivía en una angustia permanente. Raquel miró entonces a la jefa, y repitió en voz alta: “así que está de baja y solo se levanta para ir al hospital…, qué curioso –añadió-, una amiga mía me dijo que había coincidido ayer con tu madre, que la había ido a ver para mostrarle los productos de su firma, y que la había encontrado tan sorprendentemente guapa y recuperada, que le pidió hacerse una foto con ella, y cogiendo su móvil, y con actitud de claro disgusto y enfado manifestó, ¡cómo puede alguien tener la desfachatez de inventarse una grave enfermedad de su madre, para intentar dar pena y justificar todas sus actuaciones! A continuación mostró la foto de su amiga con la madre de Pepe, ante la cara de asombro de éste y la mirada incrédula y perpleja de la jefa.
Cuando Raquel me contaba el relato de esta secuencia, no salía aún de su asombro. Estaba tan sorprendida de la fuerza y la determinación que había mostrado, que no se lo podía creer. ¿Cómo fui capaz de actuar de esta forma, de dejarle al descubierto y de no ponerme a temblar ante la presencia de la jefa? La razón es sencilla, le comenté, te sentiste tan indignada ante la utilización de una mentira tan manipuladora por parte de Pepe, que esa indignación, esa rabia ante su intento de dar pena y aprovecharse de los buenos sentimientos de los demás, es lo que te empujó y te dio alas para dejarle en evidencia ante la persona que más le había protegido, la persona a la que durante más tiempo había engañado y que más agresiva e injusta se había mostrado contigo.
Raquel, que era una persona comedida y prudente, que siempre intentaba ayudar a todo el que lo necesitaba, y que se sentía muy incómoda ante cualquier tipo de tensiones, había sido capaz de provocar una situación límite, que dejase en evidencia la impostura de Pepe y que terminase, definitivamente, con sus mentiras y sus manipulaciones.
Podemos pensar que no habrá demasiados Pepes dispuestos a mentir sobre algo tan especial, como que su madre está muy enferma, pero los psicólogos vemos muchos casos de personas que se pasan la vida mintiendo, y lo hacen con gran ligereza, y sin ningún tipo de escrúpulos; personas que son capaces de utilizar posibles enfermedades, y hasta muertes, de sus familiares más cercanos.
Las mentiras de Pepe quedaron al descubierto, al cabo de unas semanas terminó su contrato y su estancia en la empresa; a Raquel, por el contrario, por fin la hicieron fija, pero no todo el mundo tiene o consigue la determinación y la valentía de que hizo gala nuestra amiga, por lo que conviene que sepamos que hay muchos “Pepes”, que no dudan en tratar de aprovecharse y manipular los buenos sentimientos de las personas que les rodean, por lo que, cuando nos extrañen hechos contradictorios, como le pasó a Raquel encendamos nuestras alertas y recordemos que cuando hay discrepancia entre lo que uno dice y lo que hace, lo que vale de verdad son los hechos, no las palabras, (alguien que está pasándolo muy mal por la grave enfermedad de su madre, no está todo el día de bromitas, sin un gesto o señal que indique su pena o sufrimiento)
Los hechos, en este caso, nos indicaban claramente que estábamos ante un impostor, un impostor al que no le costaba utilizar las mentiras más canallas, con tal de conseguir sus objetivos.
Pepe enfermó falsamente a su madre, pero no es el único, hay muchas personas que son capaces de jugar con los sentimientos más nobles y generosos de los demás, para conseguir sus objetivos.
Cuanto más atentos estemos a estos mentirosos, a las incongruencias que presentan, antes los descubriremos y antes podremos “protegernos”