El caso de Francisco

Despido; cambio de trabajo

Nuestro protagonista había trabajado toda su vida en la banca. Era economista y cuando terminó la carrera, primero empezó con una beca y después ya se quedó “fijo” en el que había sido el banco de toda su vida.

Pero las circunstancias a veces cambian, de forma muy drástica, y en apenas un año había pasado de ocupar un puesto cómodo y bien retribuido, para el que estaba muy bien preparado y con unas funciones que dominaba perfectamente, a verse en el paro, y encontrarse con que tenía que hacer frente a un horizonte muy sombrío.

“¿Qué voy a hacer yo –me planteó en la primera sesión de coaching ejecutivo–, si no he hecho otra cosa en mi vida que trabajar en el banco?”.

Paco no veía un futuro ante sí; se sentía demasiado mayor para reinventarse. Pensaba que en cualquier trabajo prefieren a gente joven, pues están muy preparados en las nuevas tecnologías y suponen un coste muy inferior al de una persona de su edad.

El dilema era claro: si la experiencia es un grado, él sólo tenía experiencia en un sector donde ahora, precisamente ahora, lo que no se valoraba era a la gente de su edad. En efecto, muchos compañeros, como él, habían ido a la calle en una reestructuración y ajuste de plantilla del banco, y las pocas personas que cogían nuevas eran jóvenes recién licenciados, que estaban dispuestos a hipotecar todas las horas de su vida trabajando, y lo hacían además por la tercera parte de sus ingresos.

Hay hechos que son inequívocos y no merece la pena que les demos más vueltas y nos empeñemos en no aceptar lo inevitable. Nos podrá parecer injusto, y seguramente lo es en la inmensa mayoría de los casos, pero la realidad se imponía: no sería en el sector bancario donde Paco tendría más probabilidades de encontrar trabajo.

Sus resistencias eran muy lógicas y habituales en unas circunstancias como las que él estaba viviendo. Claro que entendíamos que él no viera opciones, y que se cerrase a buscar otras alternativas.

En estos casos, de nuevo, la mayoría de las personas pasan por diversas etapas: primero viene la sorpresa, después la negación del hecho, a continuación surgen las dudas, las incertidumbres, los miedos…, hasta que por fin llegan a una fase donde sienten que no tienen más remedio que tomar decisiones, que no pueden seguir lamiéndose las heridas o quejándose de su mala suerte.

Ese fue el momento en que Paco cambió por fin su registro y su actitud. Ese cambio le permitió pasar de la queja a la proactividad; al estudio, análisis y búsqueda de nuevas propuestas y nuevas opciones profesionales.

La pregunta clave, por mi parte, fue: “Paco, ¿crees en ti, sabes que lo mejor de tu vida eres tú?”.

Sin duda, nuestro protagonista se quedó sorprendido, por ello, en lugar de responder, preguntó: “¿Qué quieres decir exactamente?”. Con una sonrisa, le puse en antecedentes de que, en situaciones como la suya, las probabilidades de salir adelante, y hacerlo en buenas condiciones, iban parejas al grado en que él creyese en sí mismo.

Finalmente, ante su respuesta de que sí que creía en sí mismo, volvió a quedarse sorprendido cuando le dije: “Pues entonces, ya hemos recorrido la parte más difícil del camino: seguro que llegaremos a la meta”.

En las siguientes sesiones analizamos en profundidad su perfil profesional, sus principales competencias y habilidades; aquello en lo que realmente era muy bueno, pero también estudiamos sus puntos débiles, sus talones de Aquiles (que todos tenemos).

Las conclusiones no dejaban lugar a dudas: era un profesional muy bueno a nivel técnico, con profundos conocimientos de economía y contabilidad; además, era muy disciplinado y ordenado en lo que hacía; rápido en la ejecución; muy pragmático, eficaz y eficiente.

En lo que concierne a inteligencia emocional, era una persona que se relacionaba muy bien y que tenía mucha facilidad para conectar, incluso, con personas difíciles. Había algo que además resultaba crucial: contaba con una imagen de persona honesta y responsable, que generaba confianza y transmitía credibilidad.

“Con todos esos recursos que tienes, no hay duda –concluí un día–, puedes reconvertirte, puedes abrirte a nuevas profesiones, y hacerlo además con muchas garantías de éxito”.

Finalmente, entre las distintas opciones que barajamos, vimos que tenía un perfil estupendo para ser Administrador de Fincas, así que se sacó el título y pronto empezó a colaborar con un amigo que ejercía esta profesión desde hacía más de 20 años.

No habían pasado 18 meses cuando ya había creado su propia empresita, primero él solo, pero rápidamente se unieron a él dos antiguos compañeros del banco, y entre los tres consiguieron buenos clientes y formaron un equipo muy compacto: un equipo de veteranos, como les gustaba llamarse; un equipo con bastantes años a sus espaldas, pero con muchas ilusiones nuevas cada día.

Hoy, Paco se gana la vida con una actividad que nunca habría sospechado, pero que le llena de satisfacción; además, su nuevo trabajo le genera unos ingresos suficientes y le permite sentir que ha podido cambiar de profesión, a pesar de su edad, y de que sólo tenía experiencia en un sector: el sector de la banca.

“Encontré una buena salida” –nos dijo en la última sesión–.

“En efecto –le respondí–, y ¿por qué lo conseguiste?”.

Paco, sonriendo, exclamó: “La respuesta me la dejaste clara desde el principio; me dijiste que conseguiría mis objetivos si creía en mí, y te aseguro que hoy, además de creer en mí, estoy orgulloso, muy orgulloso de cómo he sido capaz de reaccionar ante una situación muy difícil. Hoy, sé, sin ningún tipo de lugar a dudas, que soy lo mejor de mi vida”.

Situado en Madrid, somos uno de los Centros de Psicología más grandes de España formado por un equipo multidisciplinar de Psicólogos, Psiquiatras, Logopedas y Neuropsicólogos, que nos permite trabajar con todos los rangos de edad y tipos de terapia.