El caso de Charo

Adolescentes difíciles

Charo, la madre de Guillermo, cuando vino por primera vez a verme, su intensa preocupación y desesperación era porque consideraba que su hijo presentaba algún problema de adicción temprana a los juegos, más concretamente a los de ordenador, ya que si le dejaba, se podía estar horas y horas seguidas y si no se lo permitía, sus reacciones eran terribles. En esta dinámica se encontraban desde hacía ya algún tiempo y el problema, lejos de haberse solucionado, a pesar de los intentos previos que había hecho, iba en aumento.

La demanda que ella me planteaba era claramente esta y no había ninguna referencia en principio a que perdiera el control o a que no se sintiera capaz de solucionarlo ni nada por el estilo, sino que estas cuestiones y otras que puedan ser relevantes pueden empezar a aparecer siempre a través de los primeros registros de conducta, que nos hacen los padres durante las primeras sesiones. Y esto es precisamente lo que da sentido a una herramienta tan poderosa como ésta para ayudar a las familias en la intervención de los problemas en casa, porque a través de ellas descubrimos las variables que influyen en las diferentes problemáticas.

La cuestión es que esas primeras observaciones arrojaban ciertas cuestiones evidentes, como que cuando Guillermo jugaba y se pasaba en el tiempo más de la cuenta, ella se enfurecía y descargaba sobre él, insistiéndole en que tenía un problema, que no era normal y en muchas ocasiones sacándole cuestiones que no venían a cuento pero también relacionadas con cosas que hacía mal, como no estudiar lo suficiente, como hablarles de mala manera o tener la habitación hecha un desastre.

Se observaba que Guillermo en estas situaciones, lejos de acabar admitiendo que tenía un problema, insistía más en su postura de que siempre le estaban observando y no le dejaban en paz, que parecía que hacía todo mal y que la que tenía un problema era precisamente su madre que se desquiciaba. Esto es algo muy habitual cuando los padres suelen estar saturados y pierden el control, me refiero a que sus hijo se lo hagan saber diciéndoles cosas como ésta, del tipo de:
“Tú sí que tienes un problema”
“Estás loca””Tú eres la que necesita ir al Psicólogo”.
Como además ven con claridad que tiene efecto, es decir, que los padres se lo toman muy mal y se ofenden incluso, a partir de ese momento lo utilizan preferentemente como un arma más.

En casos como éste, con niños pequeños, preadolescentes o adolescentes ya en muchos casos, sabemos que trabajar esas adicciones o excesos en el uso de juegos, va a requerir un buen control externo de sus conductas porque si no, la tendencia de los críos será a dejarse llevar por aquellas poderosas herramientas que les encandilan y les hacen sentirse muchas veces los mejores.

En el caso de Guillermo era un niño, como pude ver más adelante, que le daba muchas vueltas a las cosas, sobre todo a las que tenían que ver con cuestiones donde él no se veía suficientemente bueno, suficientemente popular, suficientemente buen estudiante, etc. Siempre hay algo, en especial en estas edades, donde no se ven lo suficientemente buenos o competentes y esto les importa y mucho. Pues bien, Guillermo descubrió que cuando estaba enganchado al ordenador se sentía fantásticamente y se le olvidaban todas sus penas, por lo que era impensable que por sí solo dejara de hacer esa actividad que para él estaba cumpliendo una función tan gratificante, aunque luego le derive otros problemas, eso él no lo va a valorar aún. Aquí es donde su madre, que estaba muy pendiente, presentía los problemas futuros que esto le podía reportar y se decidió a dar el paso de buscar ayuda.

De esta manera, Charo empezó a ver en los registros que o empezábamos a ejercer ese control externo con eficacia o el problema no haría sino empeorar como lo venía haciendo en los últimos tiempos. Y es en ese punto donde empezamos a desmontar la idea de que ella no podía hacer nada ya por la adicción de su hijo, ni por los malos modales de éste, ni en definitiva por que Guillermo se sintiese a gusto y feliz, cuestión por cierto que le preocupaba mucho a Charo y le hundía aún más. Por lo tanto el objetivo primero fue devolverle la capacidad de sentirse eficaz y capaz de hacer mucho en el asunto. Lo primero pues, que trabajamos ella y yo fue el adecuado manejo de su autocontrol emocional para que por un lado, en esas situaciones problemáticas que se daban cuando Guillermo estaba en el ordenador, ella más que desbordarse y decirle y decirle, se dedicara a cumplir lo que le había avisado y es que se lo apagaría si no había cumplido con la hora y no jugaría al día siguiente.

Esto se complicó un poco porque él estaba tan empeñado que parecía que no funcionaba ya que cada día prácticamente era lo mismo, así que Charo tuvo que ser más contundente y durante algún tiempo, quitarle completamente la posibilidad de jugar ni un sólo rato. Fue el manejo que Charo empezó a tener de sus emociones el que le permitió afrontar el miedo que tenía a las reacciones de Guillermo al quitarle el ordenador. Por fin y bastante pronto empezó a sentirse eficaz en el control externo de la problemática y además de hacerlo bien, empezó a creérselo.

Charo no solamente consiguió esto sino que fue capaz de mantenerse firme en otras cuestiones cotidianas con su hijo, y estar por encima de sus provocaciones mostrando una entereza y una fuerza que ayudó mucho a que Guillermo se regulara; por ejemplo, en las formas de tratarla a ella, cambiaron drásticamente porque primero observó que ya no conseguía ofenderla y por otro lado, que ella siempre le sancionaba, y se mantenía firme, por lo que el único que perdía era él.

No menospreciemos la capacidad de los niños para poner a prueba a los adultos; si ven que éstos son vulnerables, débiles o perciben que se sienten así, lo explotarán e intentarán sacar partido de ello, poniéndoles a prueba a menudo; en cambio si perciben firmeza, seguridad y sensación de eficacia en los adultos, tienen a regularse.

En las condiciones que habíamos alcanzado, comenzar a trabajar con Guillermo, empezar a abordar esa demanda que Charo nos hacía el primer día que vino a verme, fue realmente fácil porque aunque también tuvimos que trabajar el control del impulso del chico, ya teníamos asegurado el control externo, que sabemos que al principio nos garantiza que cuando él no pueda o no quiera, alguien lo hará, en este caso Charo que lo hacía ya francamente bien.

Volver a creerse competente, recobrar sensaciones positivas de su propia actuación, sentirse equilibrada emocionalmente, ser capaz de no entrar en el juego de la provocación verbal que Guillermo había ejercido, mantenerse firme en ejecutar las consecuencias que él se ganaba, recobrar la entereza a pesar de que Guillermo a veces la intentaba engañar, fueron algunos de sus logros conseguidos y la clave de su éxito.

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