Abuso sexual, maltrato o acoso

Abuso sexual: comprender el trauma para poder sanar

El abuso sexual comprende un conjunto de actitudes, comportamientos y acciones que una persona, generalmente un adulto, lleva a cabo con la intención de obtener satisfacción sexual, vulnerando la integridad y los derechos de otra persona. Este tipo de abuso puede dirigirse hacia niños, niñas, adolescentes, personas adultas e incluso hacia la propia pareja. En muchos casos, el agresor utiliza la manipulación emocional —mediante chantajes, engaños, amenazas o incluso violencia física— para ejercer control sobre la víctima, especialmente cuando el agresor también es menor de edad, pero con una posición de poder o superioridad.

¿Qué es el abuso sexual?

Es fundamental comprender que una conducta constituye abuso sexual no solo por sus características objetivas, sino también cuando es vivida, sentida y experimentada como tal por la persona que la sufre. En cualquier circunstancia, la responsabilidad recae exclusivamente en el agresor. La víctima nunca es culpable ni tiene responsabilidad sobre lo sucedido. Este punto es esencial para desmontar mitos y creencias erróneas que perpetúan el silencio y la culpa en quienes han sido víctimas.

El abuso como ejercicio de poder y control

A menudo se piensa que el abuso sexual responde únicamente a una búsqueda de placer o gratificación física, sin embargo, en la mayoría de los casos, está estrechamente vinculado con el ejercicio de poder, control, dominación y humillación. Este desequilibrio de poder tiene graves consecuencias psicológicas, independientemente del género de la víctima. El abuso sexual constituye una grave violación de los límites físicos, emocionales y relacionales del ser humano, y deja secuelas profundas que requieren atención especializada.

Consecuencias psicológicas del abuso sexual

Las consecuencias del abuso sexual varían en función de distintos factores, como la edad de la víctima, la duración del abuso, la relación con el agresor, la forma en que se produjo el abuso (con o sin violencia física) y el contexto en que ocurrió. Por ejemplo, cuando el agresor forma parte del entorno familiar, el daño psicológico suele ser más severo debido al conflicto interno que genera la traición de una figura en quien se confiaba.

Entre las secuelas más frecuentes encontramos el trastorno de estrés postraumático, síntomas de ansiedad y depresión, insomnio, irritabilidad, pensamientos intrusivos, conductas de evitación, hiperalerta, alteraciones en la conducta sexual, problemas de concentración y memoria, así como sentimientos de vergüenza y culpa intensos. Cabe destacar que la aparición de estos síntomas no implica necesariamente que haya ocurrido un abuso sexual, ya que pueden estar presentes en otros tipos de trauma, por lo que es necesario un abordaje clínico cuidadoso y especializado.

¿Cómo trabajamos en el Centro de Psicología Álava Reyes?

En el Centro de Psicología Álava Reyes, abordamos el tratamiento del abuso sexual desde un enfoque integral, empático y basado en la evidencia científica. Nuestro objetivo principal es aliviar el sufrimiento psicológico, reducir los síntomas asociados al trauma y favorecer la recuperación emocional de la persona. La terapia está orientada a reducir la reexperimentación del suceso, las conductas de evitación, la hiperactivación del sistema nervioso y el impacto en la autoestima y las relaciones interpersonales.

Entre las técnicas más utilizadas se incluyen la exposición en vivo y en imaginación, la reestructuración cognitiva, la relajación progresiva y, cuando es necesario, enfoques como EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares), que han demostrado gran eficacia en el tratamiento del trauma.

Superar el abuso sexual es un proceso posible con el acompañamiento adecuado. Desde nuestro centro ofrecemos un espacio seguro, confidencial y profesional para que cada persona pueda iniciar su camino hacia la sanación, el empoderamiento y la reconstrucción de su bienestar emocional.