El bullying en primera persona: a mí me pasó

Si hay algo que caracteriza al acoso escolar es que es difícil de comprobar y duro de denunciar por parte de quien es agredido. Y eso se maximiza cuando quien vive una situación de bullying vive con discapacidad intelectual y debe sortear muchas veces dificultades de comunicación para explicar lo que están viviendo.

Es importante en primer lugar definir qué es acoso. Se trata de una intención de hacer daño de manera intencional, deliberada y continuada. Además debe existir un desequilibrio de poder entre el acosador y el acosado, que se siente inferior al otro y que ve cómo la situación de acoso afecta seriamente a su autoestima.

Las agresiones más frecuentes son insultos, burlas, apodos, empujones, golpes, aislamiento o provocaciones.

¿Cómo detectar que un niño es víctima de maltrato?

“Se presentan muchos síntomas de ansiedad: desde que nos digan por la mañana que les duele la cabeza (dolores somáticos), llegando incluso a vomitar, a que experimenten cambios de hábitos, como que no quieran ir al colegio o que insistan en que se los acompañe”,

explica la psicóloga infantil española, Silvia Álava.

La Asociación Familias Extraordinarias, que da apoyo emocional e información a padres de hijos con discapacidad intelectual, nos ayudó a recopilar historias reales de acoso en escuelas públicas y privadas.  En muchos casos el maltrato no es entre pares sino por parte de los maestros o de los directivos de las escuelas. No siempre se toman de manera seria las denuncias de acoso y muchos padres deciden cambiar de escuela antes de tratar de que cambie la dinámica violenta que vivieron sus hijos:

“Tomé la decisión de sacarlo de la escuela”

Yolanda Romero, mamá de Kevin.

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