Vacaciones en pareja: Cómo lograr que el sueño no se convierta en pesadilla

Este año ha sido duro: trabajo, pandemia, problemas de todo tipo… pero llega el verano, el buen tiempo, los días largos, las noches agradables y todos estamos deseando que empiecen las vacaciones para poder descansar, disfrutar del ocio y pasar tiempo con nuestros seres queridos.

…lo que en un principio puede parecer idílico, puede llegar a convertirse en un periodo muy difícil donde los problemas de convivencia pueden multiplicarse

Si tenemos pareja, probablemente nos apetecerá hacer planes con ella pero, lo que en un principio puede parecer idílico, puede llegar a convertirse en un periodo muy difícil donde los problemas de convivencia pueden multiplicarse y, en algunos casos, incluso hacer replantearse a los miembros de la pareja la decisión de continuar juntos. Para evitar al máximo que esto pase, hay algunos consejos que sería interesante tener en cuenta:

  • Seamos realistas, no idealicemos

    Muchas veces soñamos con vacaciones idílicas en las que descansar, divertirnos, desconectar, sentirnos felices con nuestra pareja…, pero de la misma manera que no todo es perfecto en el día a día, tampoco lo es durante las vacaciones. Toleremos que algo no salga como habíamos esperado, que las cosas no sean exactamente como nos gustaría que fueran, que este año la COVID-19 lo empañe todo, que el destino de vacaciones no sea lo estupendo que nos habíamos imaginado, que haya desacuerdos, discusiones, cosas que no nos gusten de nuestra pareja. Así nos decepcionaremos mucho menos y podremos disfrutar de lo bueno de un modo realista.

  • Valoremos lo que nos agrada y relativicemos lo que no nos gusta

    A menudo quienes se consideran más satisfechos no son quienes tienen las vidas más “ideales”, sino quienes saben disfrutar de lo que hay en ellas y no de lo que les falta. Hay personas, en cambio, que hacen justo lo contrario y en pareja quitan valor a lo que hace el otro que les gusta y se centran en lo que les resulta molesto. Esta estrategia es perfecta para sentirnos incómodos y conseguir que el otro también lo esté. La mayoría de las cosas que nos enfadan son cosas cotidianas, hechas sin mala intención y poco importantes. El otro es un todo que incluye lo que nos encanta, lo que nos resulta indiferente pero también lo que nos pone de los nervios. No, nuestra pareja no es perfecta, no esperemos que lo sea, y nosotros tampoco. Centrémonos en prestar atención a lo positivo valorándolo y haciendo que nuestra pareja se sienta mejor, más a gusto, lo que aumentará la probabilidad de que vuelva a repetir ese comportamiento agradable en el futuro.

  • Usemos el sentido del humor

    A veces nos tomamos la vida demasiado en serio, podemos sentirnos enfadados toda la mañana con nuestra pareja porque se le olvidó la sombrilla para bajar a la playa cuando en realidad el único inconveniente objetivo que eso nos ha supuesto ha sido apenas 15 minutos de tener que regresar al apartamento a por ella. Seamos capaces de ver el lado positivo de la vida, reírnos de nosotros mismos y de los despistes e imperfecciones del otro. Es importante aceptar las limitaciones, propias y ajenas, y también relativizar las pequeñas molestias: si nos tomamos así algo menor y cotidiano, ¿qué haremos el día que de verdad suceda algo serio? El sentido del humor es un gran aliado para conseguirlo, no dejemos de usarlo.

  • Negociemos

    Con mucha frecuencia nos decepcionamos si el otro no está de acuerdo o no quiere lo mismo que nosotros, si opina diferente o le gustan otras cosas. Nos empeñamos entonces en convencerle de que nuestra postura es la mejor y tratamos de “llevarle a nuestro terreno”. Eso puede provocar muchos conflictos e insatisfacciones, reproches porque “siempre hay que hacer lo que tú digas” o porque “nunca cedes”, insatisfacciones que nos acabarán pasando factura. Entendamos que somos personas diferentes y tratemos de negociar, de buscar posturas intermedias que nos compensen a los dos o de llegar a acuerdos en los que a veces gane uno y otras el otro. Eso sí, una vez que hayamos decidido esa opción a medio camino, no tiene ningún sentido quejarnos porque no es la alternativa que nosotros habríamos elegido, se trata de sacar la parte positiva para que la elección compense.

  • Seamos asertivos

    La comunicación es fundamental, no sólo qué decimos sino también cómo lo decimos. En una relación sana es importante que las personas que la forman puedan expresar sus deseos, opiniones, peticiones, etc., con respeto hacia sí mismas y hacia el otro. No se trata de una lucha a ver quién tiene razón, se trata de poder exponer al otro nuestra posición y estar dispuesto a escuchar la postura del otro. Ser el que siempre calla o el que siempre se impone, nos llevará a una relación desigual que acabará sin valernos al otro, a nosotros mismos o a los dos. Defendamos nuestros derechos sin pisar los del otro cuidando el cómo lo expresamos para que sea más probable que consigamos nuestros objetivos sin que la relación con nuestra pareja se deteriore.

  • Pidamos

    Nos cuesta horrores pedir, especialmente a nuestras parejas. “Si no le sale solo, entonces no lo quiero”. Sin embargo, ¿acaso no es fácil hacer lo que ya hacíamos, aquello con lo que estamos de acuerdo o valoramos? ¿No es mucho más complicado (y digno de valorar) hacer cambios en el propio comportamiento SÓLO porque sé que eso es importante para ti, porque te ayuda, te hace feliz, porque te quiero y quiero sumar a tu vida? Además, ¿cómo va a saber el otro lo que esperas, necesitas o deseas si no se lo dices? No somos adivinos. Estemos más dispuestos a pedir, también a aceptar que la respuesta a veces pueda ser un “no”, todo será más fácil y el entendimiento mucho más probable.

  • Pongámoselo fácil al otro

    Entendamos que hay cosas que a nuestra pareja le cuestan: costumbres de nuestra familia, lugares a los que nos gusta ir, actividades que queremos hacer. Facilitemos que nos acompañe haciendo algunos cambios que le den un poco de oxígeno y que le hagan más fácil la estancia vacacional. Así, por ejemplo, podemos hablar con nuestra madre para que no insista en que coma más si sabemos que eso molesta a nuestra pareja, o podemos limitar el tiempo de playa si sabemos que el otro se cansa. No nos fijemos tanto en aquello a lo que renunciamos por estar en pareja sino en todo lo que suma incorporar al otro en nuestras vidas.

  • Dosifiquemos: hay más cosas además de la pareja

    Algunas personas pasan de casi no verse con su pareja a estar 24 horas juntos durante las vacaciones. Este año es posible incluso que hayamos pasado meses durante el confinamiento sin estar físicamente con nuestra pareja y ahora vayamos a pasar semanas completas sin despegarnos de ella. No nos engañemos, por muy bien que nos llevemos, la convivencia es difícil y los roces llegarán. Además, afortunadamente en la vida hay muchas otras cosas más allá de la pareja: los amigos, la familia, el ocio personal, compatibilicémoslo y permitamos que el otro lo compatibilice sin sentirnos abandonados ni poco queridos por ello.

  • Busquemos tiempo de calidad exclusivo para la pareja

    A veces nuestras vacaciones parecen auténticas yimkanas: “nos vamos unos días a casa de mis padres, otros con mis suegros, luego con unos amigos…”. Organizamos las vacaciones de tal modo que la mayor parte del tiempo estamos rodeados de varias personas. Eso puede ser estupendo, por supuesto, pero, ¿y el tiempo a solas con nuestra pareja? No sólo la cantidad, también la calidad del tiempo que dedicamos a la relación es importante. Aunque estemos con familiares y amigos, podemos buscar ratos para estar solos, hablar de nuestras cosas, decirnos lo que nos gusta, lo que nos molesta, lo que queremos, buscar un contacto físico más íntimo, etc. Puede que los demás no siempre lo entiendan ni lo aprueben pero se trata de cuidar nuestra relación, ¿no merece la pena que pongamos ciertos límites por ello?.

…en este viaje que es la vida nuestro destino es nuestro bienestar, ¡Feliz viaje y recordad disfrutar del paisaje!

En definitiva, hagamos que nuestras vacaciones sean estupendas, no porque todo vaya sobre ruedas, sino porque trabajemos para que las cosas que pueden ir bien vayan mejor y las que vayan peor no vayan tan mal. Quitemos hierro a los problemas para poder descansar y desconectar y si, por lo que sea, no conseguimos escapar a acontecimientos negativos, no hagamos un mundo, al fin y al cabo la vida es algo más que unos días de vacaciones por mucho que fuera estupendo disfrutar de éstos.  

Y si aún así las vacaciones nos permiten constatar que la persona que hasta ahora habíamos elegido como pareja no es cómo creíamos, que queremos cosas opuestas, que hay cuestiones irreconciliables entre nosotros o posturas que cruzan nuestras líneas rojas en lo que a una relación de pareja se refiere; no habrá sido en balde nuestro sufrimiento. Quizá estas vacaciones de “pesadilla” nos permitan poner fin a una relación que en realidad no nos hacía feliz ni nos aportaba las cosas verdaderamente importantes para nosotros. Es duro darse cuenta pero más duro aún es no tener la oportunidad de hacerlo. No olvidemos que en este viaje que es la vida nuestro destino es nuestro bienestar, los caminos por los que podamos llegar a él son sólo medios, no fines en sí mismos, y es importante saber “recalcular ruta” cada vez que nuestro GPS nos indique que nos estamos desviando de nuestro destino. Feliz viaje y recordad disfrutar del paisaje.