El estrés y la PAU (Prueba de acceso a la Universidad). Por Ángel Peralbo

El Bachillerato, especialmente el curso de segundo año, se considera uno de los más complicados de la larga etapa estudiantil, por la que pasan una cantidad considerable de nuestros alumnos y alumnas. En concreto en el curso pasado 2013-14 la estimación aproximada fue de setecientos mil, según el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

No obstante, lo extraordinario de este curso no tiene que ver necesariamente con el hecho de que sea más difícil académicamente hablando, que otros, puesto que los estudiantes ya han pasado previamente por cursos que suponían un cambio de ciclo y llevaban aparejada una serie de dificultades nada desdeñables, así como importantes esfuerzos de adaptación. Un dato importante del año 2012 es que España fue el país de la Unión Europea con mayor porcentaje (del 24,9%) de población de 18 a 24 años que no ha completado el nivel de Educación Secundaria y no sigue ningún tipo de educación-formación. (Fuente: Encuesta Europea de Población Activa (Labour Force Survery) Eurostat.).

La complejidad del bachillerato reside principalmente en que para abordarlo con éxito hay que implicarse totalmente desde el primer día de curso y mantener el ritmo de estudio hasta después de acabarlo, en concreto una vez finalizadas las pruebas de acceso a la Universidad.

Si preguntamos a profesores y profesoras que trabajan en esta etapa, coincidirán en que la principal clave del éxito es una adecuada organización en el estudio que permita una buena disciplina y rutina. Todo ello permite seguir el ritmo de un curso que ya comienza acelerado y enfocado a correr hasta llegar a la meta, la PAU.

Sin embargo pocas veces nos paramos a pensar qué es lo que hace que un porcentaje muy alto de estudiantes no funcionen adecuadamente en este ciclo, cuando a priori podrían conseguirlo desde el punto de vista de sus capacidades.

¿Nos hemos preguntado en alguna ocasión por qué algunos estudiantes pareciera que se desinflaran antes incluso de comenzar el curso?

¿O por qué empiezan a aparecer inseguridades, dudas, abandonos, tropiezos..?

La respuesta suele estar en la presión que sienten ante:

  • El vertiginoso comienzo de curso.
  • La necesidad que tienen de conseguir una nota suficientemente alta como para estudiar lo que quieren.
  • Los primeros resultados que les indican que es más difícil de lo que ellos creían.
  • La desorientación que tienen en relación a lo que quieren estudiar después.
  • La idea de no defraudar a sus padres que saben que tienen unas expectativas naturalmente altas.
  • Los pensamientos negativos del tipo de: “yo no valgo para esto” o “no lo voy a conseguir seguro”.

Estas percepciones y otras similares acaban generalmente traduciéndose en un proceso de estrés, que continuado en el tiempo puede tener consecuencias graves, las más preocupantes, ligadas lógicamente a la salud y las menos graves, pero también muy preocupantes, relacionadas con un rendimiento muy por debajo del esperado y necesario para superar con éxito el curso y la prueba de selectividad.

En este curso académico, aprender a manejar el estrés supone un recurso imprescindible para abordarlo con éxito en todos los casos. Tanto para los alumnos que van bien y que necesitan mantener el ritmo y controlar su previsible estrés ante las pruebas de Selectividad, como para los que ya están sufriendo sus consecuencias y se encuentran agobiados, presionados y en algunos casos bloqueados.

Si ya llevamos tiempo abordando la ansiedad ante los exámenes en cualquier etapa educativa, ahora se hace necesario utilizar todas las estrategias al uso para superar el Bach.

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