Estaba cansada todo el día (y no entendía por qué) hasta que una psicóloga me dijo esto

Sobre cómo los pensamientos rumiantes, las preocupaciones excesivas y el overthinking restan energía y provocan cansancio físico

para Vogue

Estar cansada todo el día era una constante en mi vida últimamente Y, por lo que hablo con muchas personas, ese agotamiento físico y mental, simplemente por el devenir del día a día, es un mal generalizado. De hecho, hace tiempo que el servicio de salud británico le puso nombre a este síndrome –TATT, tired all the time–. He cumplido con devoción las máximas del estilo de vida saludable –ejercicio, sueño y alimentación equilibrada–, esas que supuestamente aseguran el codiciado bienestar físico y mental. Pero me faltaba una por trabajar: el estrés en general y los pensamientos rumiantes, las preocupaciones excesivas y el overthinking en particular. Soy de esas personas que ‘sobrepiensan’ las cosas, que se pone en lo peor por adelantado y que no ha interiorizado el mensaje de que de las cosas hay que ocuparse y no preocuparse. Por mucho que me haya grabado a fuego unas palabras claves que siempre pronuncia la psiquiatra Marian Rojas en sus discursos –“El 90% de las cosas que nos preocupante no ocurren, pero tienen un impacto en nuestra mente y en nuestro organismo”–, cometo el error de no salir del círculo de esas cavilaciones y ansiedad anticipatoria que tiene un impacto real en nuestra sensación de cansancio.

Las preocupaciones activan nuestro sistema de alerta

Así me lo explicó la psicóloga Mª Jesús Álava Reyes, autora del bestseller La inutilidad del sufrimiento (Ed. La esfera de los libros). “De forma automática, activamos el SNA (sistema nervioso autónomo), y dentro de este, el simpático. Y tensionamos todo nuestro organismo, preparándolo para la lucha, como si tuviéramos que huir de una situación muy peligrosa. Al activar ese sistema se produce el cansancio porque producimos un desgaste exagerado a nivel físico, una irritabilidad creciente a nivel psíquico y un desplome enorme de nuestro control emocional. Aunque estemos sentados, sin hacer aparentemente nada, el cansancio que acumulamos es parecido al que tendríamos si hubiéramos corrido horas cuesta arriba, sin parar. Todo el tiempo que estamos dándole vueltas a algo que nos preocupa, tenemos nuestro organismo en situación extrema: muscularmente experimentamos una fuerte tensión; nuestro corazón está acelerado, hiperventilamos porque respiramos más rápido de lo normal… Al final estamos literalmente agotados”, explica.

Las cavilaciones nos restan energía y afectan a nuestra salud

Es más, estas cavilaciones no solo agotan físicamente porque mantenemos a nuestro organismo en situación de alerta sino que, tal y como apunta la psicóloga Laura Palomares, de Avance Psicólogos, esa elevación de cortisol que se produce puede afectar a la calidad de suelo, al sistema inmunológico y a la salud.

Algunas recomendaciones para evitar los pensamiento rumiantes que agotan

No diré que esté siendo fácil –parar las pensamientos recurrentes y rumiantes no es fácil cuando se ha llegado a convertir en un hábito–, pero hay ciertas herramientas que ayudan a pararlos y, por tanto, a evitar ese desgaste extra de energía que implica y que provoca cansancio y un estado emocional negativo. He aquí algunas herramientas que pueden ayudar, tal y como explican ambas psicóloga:

  1. Cuando aparezcan estos pensamientos es importante seguir con nuestra actividad.
  2. Evitar darle vueltas a un hecho que ya ha pasado.
  3. Aceptar que no podemos arreglarlo o controlarlo todo.
  4. Utilizar el sentido común para enfriar emociones extremas.
  5. Fomentar el sentido del humor. “Potencia nuestras defensas físicas y psíquicas; desarrolla nuestro equilibrio y seguridad; favorece nuestras relaciones sociales y nuestra autoestima; agudiza nuestro ingenio…”, concluye Álava Reyes.

FUENTE: VOGUE.ES