Psicología: ¿Cómo hacer para que no te afecten las opiniones de los demás?

Muchas personas pasan gran parte de sus vidas preocupándose por las opiniones que generan en los demás. Las personas seguras no se obsesionan con comentarios ajenos. Hoy ofreceremos las claves para liberarnos y ganar seguridad

Desde pequeños de forma automática aprendemos a estar pendientes de todo lo que pasa a nuestro alrededor, especialmente de comentarios y reacciones de los demás. Nuestra felicidad dependía de las reacciones de los demás. Hemos creado un automatismo que ha perdurado en el tiempo y de adultos seguimos preocupados por lo que opinan los demás.

Hay que quitarse este automatismo porque nuestra felicidad dependería de los demás. Nos volvemos personas dependientes y manipulables. Es lógico que intentemos analizar lo que nos rodea, el problema surge cuando nuestra preocupación es excesiva y vivimos los comentarios desde la ansiedad y vulnerabilidad. Se vuelve una obsesión cuando nos condiciona la vida. Para evitarlo hay que dominar los secretos de la comunicación interior. Cuando controlamos nuestros pensamientos controlamos nuestras emociones.

¿Cómo actuar ante un comentario que nos afecta?

Los comentarios de los demás no dejan de ser opiniones, acertadas o erróneas pero no debe condicionarnos. Si el comentario nos desestabiliza debemos tomarlo con cautela, esperar y analizarlo posteriormente cuando tengamos la tranquilidad para que no nos perturbe. Hay que saber actuar ante las críticas y desactivarlas, especialmente si vienen de personas manipuladoras.

Los síntomas de que algún comentario nos perturba es las respuestas de ansiedad. Nerviosismo, palpitaciones, taquicardia, hiperventilación, presión en el pecho, ralentizados a nivel intelectual, ganas de ir al baño… Podemos aprender a discriminar y saber a dónde dirigimos nuestra atención. De la misma firma que hemos aprendido a preocuparnos en exceso, podemos desaprenderlo.

¿A quién afecta más?

Generalmente las mujeres están más atentas a los comentarios del entorno y son más vulnerables. En la adolescencia y primera etapa de la juventud es la etapa más habitual. No obstante, cuando las personas atraviesan crisis importantes, son más vulnerables independientemente de la edad.

No hay que tener miedo a pedir ayuda. De la misma forma que intentamos parar una hemorragia debemos poner fin a un sufrimiento tan inútil como prolongado que lo único que hace es generarnos malestar.

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