¿Quieres ser feliz? Practica la gratitud y enseña cómo hacerlo. Silvia Álava para «Padres y Colegios»

Una de las cosas positivas de la pandemia es que nos ha ayudado a conectar con nuestros valores, y ahora más que nunca tenemos la oportunidad y la responsabilidad de trasmitírselos a nuestros hijos y alumnos.

La gratitud es un valor fundamental para el ser humano, pero además está estudiado que ser agradecido es uno de los mejores predictores para ser feliz. Expresar gratitud es mucho más que decir gracias, es cómo dice Robert Emmons: “La gratitud es un sentimiento de asombro, de agradecimiento y apreciación por la vida”. Se trata de poner el foco en lo que sí que tenemos en lugar de en lo que nos falta o echamos de menos. en ser conscientes de nuestras circunstancias, de dónde estamos y de todas y cada una de las personas que nos ayudaron a estar ahora en este lugar.

Cuando somos agradecidos no damos nada por supuesto, sino que valoramos todo aquello que tenemos y a todas las personas que, sin pedírselo, o incluso haciéndolo, han hecho algo por nosotros.

Durante el confinamiento del coronavirus todos los españoles, incluidos los niños, salíamos a aplaudir puntuales a las 20:00h a todas aquellas personas que estaban luchando por nosotros. Es un gran aprendizaje para los niños, aprender a agradecer lo que alguien hace por nosotros o por la sociedad.

¿Cómo enseñar a los niños a ser agradecidos?

  • Como siempre insistimos los niños aprenden por modelado,

    copian a sus adultos de referencia, que principalmente somos sus padres y profesores. Si ven que nosotros no agradecemos de forma sincera, que damos las cosas por supuesto, o, es más, que cuando alguien nos hace un favor, damos las gracias, pero a espaldas de esa persona comentamos: “más le valía, con la de cosas que he hecho yo por él…”, no les estamos mostrando un modelo de gratitud, sino todo lo contrario.

  • Valoremos cada vez que nuestro hijo es agradecido o hace un comentario positivo sobre otra persona.

    Por ejemplo, cuando nos dice qué bien que su amigo compartió una galleta con él, podemos decirle, qué amable tu amigo, es importante valorarlo y agradecerlo; me alegro de que le dieras las gracias. Cuidado porque muchas veces sin quererlo terminamos diciendo cosa como: “muy bien es que tú siempre compartes con él tu merienda, ya le tocaba a él, aunque sea por una vez compartir la suya” y no somos conscientes de que de esa forma, en lugar de educar en gratitud, estamos enseñando que si haces algo por los demás tienes que esperar una respuesta a cambio, lo que precisamente no solo va en contra del agradecimiento sino incluso de la felicidad.

  • Con decirles “da las gracias” no es suficiente porque la gratitud va más allá,

    implica hacerles conscientes de lo afortunados que son ese momento, que la persona que tienen delante no tenía por qué hacer lo que ha hecho. Por ejemplo, cuando al ir al supermercado la cajera les da un cromo, o un señor que les dice: “qué niño más guapo”, es importante trasmitirles que ni la cajera tendría que darles el cromo ni nadie tiene que alabarles, por lo que es importante que lo valoren. La gratitud es algo que nace desde dentro.

  • Podemos hacer un diario de agradecimiento.

    Al final de cada día pensaremos las cosas por las que estamos agradecidos, no hace falta que sean personas concretas, un ejemplo puede ser agradecer un día de sol, agradecer al profesor que se esforzó por explicarme de nuevo el problema de matemáticas que no entendía, agradecer a mi hermano que me ha prestado su juguete, agradecer a mis amigos con los que he jugado en el recreo, o incluso agradecer la comida y la cena que alguien se ha esforzado en preparar. Podemos hacer el ejercicio todos en familia, pero también podemos escribirlo en un diario.

  • Invitemos a nuestros hijos a pensar en personas en concreto que les han podido ayudar en alguna situación

    y podemos invitarles a escribir una carta de agradecimiento. Como, por ejemplo, ese profesor que nos ayudó con una asignatura, un amigo que nos dio apoyo en un momento concreto, un entrenador con el que aprendimos a jugar al tenis, baloncesto… después ya decidiremos si enviamos las cartas o no, pero el mero hecho de escribirlas ya tiene un impacto positivo en nuestro bienestar emocional, porque nos ayudará a generar emociones agradables.