Guía para jóvenes frente al Cornonavirus

Es un orgullo conocer la cantidad de experiencias motivantes que se están creando entre la juventud en un momento tan delicado como éste.

Esos jóvenes que, aunque ya no tenéis esa inmunidad de los más pequeños, tenéis una fortaleza envidiable.

Esos jóvenes que, en muchos casos, sois la proyección que los mayores hacen sobre el futuro.

Vuestra percepción del riesgo, vuestra inmersión en el presente, vuestra vitalidad y vuestra energía desbordante. Y ahora, vuestro confinamiento. Un reto necesario.

Nunca antes algo así nos había unido tanto. Recuerda que nuestro cerebro aprende, asimila y evoluciona especialmente cuando se enfrenta a nuevos desafíos.

Ahora más que nunca se valora TU PACIENCIA.

Estamos bombardeados de opciones de ocio, de actividades, de eventos sociales que muchas veces nos impiden desarrollar esta habilidad que podemos necesitar en muchos momentos. ¡Entrénate ahora!

TU TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN, un valor de futuro.

Ahora las cosas no salen como queremos. No podemos ver a los amigos, a familiares, salir a hacer deporte. Es el momento de cuidar el diálogo interno que no nos lleve al catastrofismo y sí a una actitud de aceptación. ¡Es tu momento!

TU MANEJO DE LA INCERTIDUMBRE.

Los calendarios académicos, los horarios, las estaciones, las vacaciones, nos van marcando lo que hacer en cada momento. Pero ahora estamos sujetos al “no sé” y puede que nos demos cuenta de que lo llevamos mal. ¡Funciona aunque no sepas cuándo pasará!

TU EMPATÍA.

“Qué maravilloso es que nadie necesite esperar ni un solo momento antes de comenzar a mejorar el mundo”. (Diario de Anna Frank).

Esa capacidad que nos hace ponernos en el lugar de los demás. Habréis oído que si os contagia a vosotros la infección del coronavirus no os a pasar nada grave, pero vamos a proponeros un ejercicio.

Imagínate que eres una persona de 80 años.

Imagínate que eres alguien que está sufriendo cáncer y recibiendo quimioterapia.

Imagínate que eres alguien joven pero con fibrosis quística, o con otros problemas pulmonares.

¿Cómo nos sentiríamos al ver a jóvenes que se han contagiado por nosotros?

¿Cómo nos sentiríamos al ver a jóvenes recluidos para evitar contagiarnos? ¿cómo valoraríamos ese acto de generosidad? (emoción positiva, gratitud).

¿Cómo nos sentiríamos al ver a jóvenes reuniéndose tranquilamente sin ser conscientes de lo que pasa?

CÓMO PONERTE A PRUEBA:

Encuentra ese punto de equilibro entre estar todo el día conectado para disfrutar del ocio y desconectar tu mente, o estarlo también para seguir en contacto con tus amistades, familia u obligaciones de cualquier tipo. Incluso has de ser capaz de distribuirte entre tu vida online y tus otras cosas en casa.

Tienes todo un mundo de amigos, de trabajo y de familia, que estará encantado de verte la cara y charlar en la red.

Compagina tu aislamiento en tu habitación con momentos familiares en las zonas comunes. Comparte actividades que quizá ya hace tiempo que no practicas. Incluso enseña y acerca a tu familia a las que te gustan a ti.

Anímate a compartir cómo te sientes y a probar a detectar cómo se sienten los demás. Esta inteligencia emocional no viene dada, se aprende así y en estas circunstancias especialmente.

Descubre nuevas cosas que hacer, quizás actividades que hace tiempo que te apetecen, como tocar un instrumento, iniciarte en un juego, leer determinada temática, practicar algún deporte… La red te lo pone fácil.

Descúbrete ante la red, mostrando tus habilidades, tus aportaciones que otros jóvenes o no tan jóvenes sabrán aprovechar.

Convoca a amigos por redes sociales, haz fiestas por videoconferencia incluso a través de plataformas: grupos de Instagram,  Zoom, Skype, Hangouts, Google Meeting, Whereby, Facebook Messenger, WhatsApp, etc.

Aprende más de tu soledad, que no parezca que huyes de ella entreteniéndote por encima de todo.

Este es un momento de tránsito, de oportunidad, no solo viene a sustituir el poder de salir fuera y hacer todo lo que deseas. Aprovéchalo.

“Si buscas la perfección, nunca estarás contento”. (Ana Karénina. Lev Tolstoi).

“El deber es lo que esperamos que hagan los demás, no lo que hacemos nosotros mismos”. (Oscar Wilde).

ANTE EL AISLAMIENTO:

  • Para la tristeza

    ACTÍVATE. Intenta hacer actividades variadas que incluyan: moverte, leer, ver televisión, hablar con amigos, no estar siempre en el mismo cuarto, cambiar de postura (no siempre tumbados), cuidar de la casa…

    Cuida ese diálogo interno que te puede llevar a no ver luz al final del túnel. Atento especialmente a pensamientos del tipo de:

    “Esto no va a parar nunca”.

    • En china ya están saliendo y nosotros saldremos.

    “No sé qué hacer”.

    • Ponte en marcha y busca actividades.

    “Esto es horrible”.

    • No es algo horrible. Es una situación incómoda en la que tratamos de evitar el colapso sanitario con cuarentena.
  • Para la ansiedad

    Introduce en tu día a día alguna actividad de relajación.

    Es buen momento para practicar técnicas como el mindfulness.

    Borra tus pensamientos extremos y catastrofistas que te lleven a sentirte bajo el yugo del miedo.

MÁS CLAVES PARA EL DÍA A DÍA:

Hacer un horario dentro de la flexibilidad. Ni pretender levantarse a las 7 ni dejarlo todo al azar porque entonces la tendencia es la inactividad. Intentar planificar el día introduciendo una hora razonable de levantarse (no más de las 9-10), con estudio planificado si es el caso o teletrabajo, algo de ejercicio, deporte y conversaciones con amigos, además del cuidado de la casa.

No estar en pijama todo el día. Cuidar la higiene. Intentar estar vestido en casa para que el cerebro tenga la sensación de estar haciendo actividad.

Salir con frecuencia al balcón, ventana… para observar, si es posible, la calle.

Si hay mucho agobio por salir, intentar hacerse responsable de las salidas obligatorias (comida, farmacia…), tomando todas las medidas de higiene requeridas.

IDEAS INSPIRADORAS:

El reto es luchar contra el virus, pero la verdadera lucha es impedir el colapso del sistema sanitario, el verdadero drama de esta enfermedad.

Aunque eres joven y quizá pienses que el virus no te va a afectar, tienes mucho que aportar para no poner en peligro a tus seres queridos y a las personas que están a tu alrededor.

Si el sistema sanitario colapsa también te puede afectar a ti por falta de recursos.

Tú contribuyes a frenar la epidemia; tu papel es fundamental.

Si reduces el número de contactos quedándote en casa, contribuirás a bajar la curva del contagio.

Tu juventud es una oportunidad. No tienes tanto peligro, pero ¿y tus padres, tíos o abuelos? Tú puedes resistir a la enfermedad, pero puedes ser una fuente de contagio.

Piénsalo, el sacrificio es no salir de casa, pero la recompensa es muy grande: sentirte responsable. No sólo proteges a los que más quieres, nos estamos protegiendo todos.