«Airear las emociones normaliza el duelo». Vicente Prieto para «La Rioja»

«Hay que luchar con los pensamientos oscuros», aconseja el psicólogo experto en estrategias para afrontar las pérdidas de seres queridos.

Aceptar la realidad, airear las emociones y luchar contra los pensamientos oscuros resulta crucial para normalizar el duelo, incluso en las peores circunstancias. Lo dice Vicente Prieto, psicólogo, experto en estrategias para afrontar el impacto emocional del duelo y autor de ‘La pérdida de un ser querido‘ (La esfera de los libros). Ni antes ni ahora, el duelo es una enfermedad. Es una oportunidad para aceptar la pérdida y adaptarnos a vivir sin nuestro ser querido. ‘Sentirte mejor no es olvidar‘ subtitula Prieto un ensayo en el que analiza esos sentimientos que nos paralizan.

-¿Qué hacer cuando no sabes dónde está el cadáver de tu familiar ni cuándo podrás enterrarlo?

-Es terrible no poder despedirte de las personas a las que quieres, ni velarlas con normalidad y celebrar su entierro. Todo eso está roto, no es viable, y el impacto emocional genera angustia, culpa e ira. Es un cóctel de emociones que nos supera. Es primordial no culparnos ni rumiar pensamientos negativos. Lo relevante es aceptar la situación y conectar con nuestro entorno en la medida de lo posible.

-Pero estamos confinados

-Claro, pero con herramientas como la videoconferencia. Sin contacto físico, nos reconforta ver rostros conocidos. Si podemos mirarnos, compartir el llanto y expresar lo que sentimos, haremos lo que haríamos en un duelo apañándonos con lo que tenemos. El duelo se iniciará de manera normalizada si asumimos lo antes posible que ahora mismo no podemos velar y enterrar cómo se merece a nuestro ser querido.

-¿Como ayudamos al duelo de familiares y amigos?

-Escuchando. Dejándoles llorar y expresarse. Incidiendo en que ya haremos la despedida que el fallecido se merece. No nos quedemos en el último adiós que no pudimos darle y sí con esos cientos y cientos de holas a lo largo de los años. Más adelante podremos recordarle, celebrar ritos civiles o religiosos y cerrar el proceso, que es lo más importante. Si dejamos flecos, nos llamarán la atención a lo largo de nuestra vida.

-¿Qué frases debemos evitar?

-Tópicos como ‘la vida sigue’ o ‘ya pasará’. Todo proceso de duelo es íntimo e intransferible. No puedes calibrar el calado del dolor de alguien que llora. Para un buen acompañamiento hay que escuchar más que hablar. Facilitar que se aireen las emociones normaliza el duelo. Pregunta ¿cómo estás?, ¿qué necesitas? o ¿qué quieres decirme?. Aportar empatía y comprensión.

-¿Contribuir a que se asuma la dolorosa realidad?

-Sí. La resistencia psicológica, no asumir pronto lo que está pasando, origina más angustia, impide iniciar el duelo y puede llevarnos a un duelo patológico que nos sitúe a un paso de cuadros ansioso-depresivos que necesitarán ayuda psicológica. Si nos quedamos enganchados en la culpa y la impotencia, añadimos un sufrimiento que no entra en el guión, que sí contempla sentir un dolor intenso, que es normal y supone el inicio del duelo. No es nada fácil en estas circunstancias, pero es lo única opción.

-¿Qué recursos emocionales tenemos?

-Saber que lo que sentimos, profunda tristeza, rabia, irritabilidad, impotencia o ira, es lo normal ante una situación anómala. Como preguntarnos por qué nos pasa a nosotros y sentir como una injusticia la pérdida de alguien que estaba bien hace dos días. Hemos de asumir que las cosas terribles no les pasan solo a los demás. Que nosotros somos los otros de los otros y estamos en la misma situación que cualquiera. Se puede cambiar el cabreo hacia el mundo y la sensación de injusticia focalizando la atención en lo que puedes controlar, en desahogarte con tu gente. No busquemos explicaciones ni nos torturemos con preguntas sin respuesta.

-Nos paraliza el miedo al contagio y a la muerte ¿Qué hacemos?

-El pensamiento es una conversación que tenemos con nosotros mismos y que podemos modificar. Hay pensamientos de inmediata repercusión en nuestra línea de flotación emocional. Nos sentiremos en función de lo que pensemos, de lo que nos digamos. Si piensas que te contagiarás y morirás sin atención médica, lo normal es que estés fatal. Hemos de poner en tela de juicio lo que pensamos, evitar los comecocos y objetivar. Si estoy en casa, sin síntomas y me protejo, es difícil que me contagie. Hay que batallar contra los pensamientos oscuros y reforzar los positivos. Si el contagio, imprevisible, ha sucedido, hemos de verlo como un accidente.