«Firmar un contrato de conducta con el adolescente funciona muy bien para que se sienta como un adulto». Ángel Peralbo para «ABC»

El psicólogo Ángel Peralbo recomienda también «la búsqueda de equilibrio entre las normas y el vínculo afectivo»

Todos estamos sufriendo las consecuencias psicológicas por la situación generada por la pandemia de coronavirus, pero si hay un grupo de edad especialmente sensible a este contexto inédito en nuestra sociedad son los adolescentes, una etapa vital ya de por sí complicada. El psicólogo Ángel Peralbo, que recientemente ha publicado el libro Adolescentes. Tu hijo no es tu enemigo, afirma que frente a los momentos iniciales de frustración, la convivencia obligada de padres con hijos adolescentes, está generando efectos positivos.

«Una de las características que me estoy encontrando a medida que pasan los días es que fluctúa esa sensación de asfixia por no poder salir. De alguna manera, va transformándose positivamente. Si en los primeros momentos de desconcierto, los adolescentes bajo ningún concepto toleraban la idea de quedarse forzosamente en casa, ahora han descubierto que se debe, y se puede estar en casa a gusto», explica Peralbo, que ha publicado en La Esfera con mucho éxito el bestseller El adolescente indomable, Educar sin ira, y De niñas a malotas.

«Han redescubierto las redes sociales como recursos anti aislamiento, se han dado cuenta de que hay puntos de unión en la familia que pueden permitir establecer esa conexión que posiblemente se había perdido. Por eso, creo que es un momento vital para aprovechar. No todo van a ser consecuencias negativas, aunque haya tensiones, desajustes de horarios, etc., también surgen oportunidades para mejorar ese espacio, para poder establecer una buena relación con la familia. La convivencia forzosa va a permitir que seamos más ingeniosos a la hora de solucionar conflictos que en otras circunstancias no se resolverían», dice el psicólogo, docente y escritor.

«Supuestamente, la adolescencia está caracterizada por la distorsionada percepción del tiempo, la mala tolerancia a la frustración o la falta de empatía», continúa el director del área de Adolescentes y Jóvenes del Centro de Psicología Álava Reyes. «Pero ahora estamos descubriendo que no es para tanto. Los chicos se han visto forzados a encontrar calma interior y también a empatizar con las personas más cercanas, y con las que están lejos (los amigos, los familiares, los sanitarios…). Les hemos permitido pequeñas dosis de distracción para que no se atasquen en las sensaciones negativas asociadas al confinamiento».

Por su parte, los padres están viviendo una situación en la tienen que gestionar sus propios miedos e inseguridades, junto al rol de cuidadores. « Les recomiendo encarecidamente la búsqueda de equilibrio entre las normas y el vínculo afectivo. Tienen numerosas microportunidades a lo largo del día para conseguirlo. Uno de mis consejos es hacer un contrato de conducta, que funciona muy bien para que los adolescentes se sientan como adultos. En ese acuerdo hay que reflejar el nivel implicación requerido en estas circunstancias: hay que precisar al máximo, para que no quede ambiguo, lo que necesitamos de ellos en casa para que las cosas funcionen. Y esto ayuda a que los padres no tengan que estar pendientes de todo y que los hijos se sientan más independientes».