Diagnóstico cáncer, enfermedad crónica o degenerativa ¿y ahora qué?

Gemma Del Val Peralta
Psicólogo Clínico. Madrid.

Mi vida contigo. Te conocí hace casi tres años. Había oído hablar mucho de ti, pero nunca habíamos coincidido. Sabía que existías, pero como el que sabe que existen remotos lugares a los que nunca va a ir y por eso ni siquiera se plantea qué haría si algún día estuviera allí. Pero apareciste por sorpresa, silencioso, desconocido, cuando menos te esperaba, y precisamente en uno de los momentos más felices de mi vida..

Mi vida contigo…soy feliz a pesar de ti, pero también soy feliz contigo.

cancer psicologos madrid superar diagnostico enfermedad alava reyes psicologos madrid
Al final de este artículo encontrarás un emotivo relato real escrito por E.G.M sobre su dolencia que desea compartir con todos nosotros y que, sin duda, puede ayudarnos a todos. Gracias por tu generosidad!

Tras un diagnóstico semejante es habitual que experimentemos miedo, incertidumbre, angustia… E incluso puede que le preguntemos a nuestro  médico: “¿Está completamente seguro?”.

Es un diagnóstico difícil y complicado, que nos cuesta entender, asimilar y mucho más aceptar.

La negación es una reacción habitual en los primeros momentos, un mecanismo de defensa ante una situación que nos hace daño y nos desborda emocionalmente.

En ocasiones, podemos entrar en estado de shock y nos puede parecer que se trata de una pesadilla de la cual pronto despertaremos y todo habrá pasado.

Motivados por la negatividad, puede que irrumpan en nuestra mente casos de conocidos o allegados que han fallecido como consecuencia de esta enfermedad…

En las circunstancias en que nos encontramos nos sentimos anímicamente tan bloqueados y asustados que tendemos a asociar, sin dudarlo, enfermedad grave o cáncer con sinónimo de muerte.

Conforme el tiempo va pasando, vamos siendo capaces de comprender que eso no es así, que realmente hay alternativas reales a la muerte; que no es el único destino de nuestra enfermedad y que merece la pena que nuestra mente esté de nuestro lado.

Con la ayuda adecuada podemos conseguir que desde un punto de vista emocional le ganemos el pulso a nuestra enfermedad.

Los pacientes que vemos en la consulta y que están atravesando por una dolencia de estas características sienten que “están subidos a una montaña rusa de emociones” y que les resulta complicado manejarlas adecuadamente.

A lo largo de todo el proceso de este tipo de enfermedades es una reacción adaptativa del ser humano sentir momentos de tristeza, de preocupación, de miedo, de frustración e incluso de rabia por tener que enfrentarnos a una situación semejante.

Pero lo que no podemos permitirnos es que esos pensamientos y emociones nos invadan completamente, de tal manera que nos impidan enfrentarnos adecuadamente a la enfermedad y al ritmo cotidiano de nuestra vida.

La vida no puede interrumpirse ahí: ¡intentemos que sea una parada que nos vaya a permitir tomar impulso para continuar!

El miedo no puede estar instaurado y acomodado en nuestra mente, formando parte de todos nuestros pensamientos las veinticuatro horas del día. Con esa actitud correríamos el riesgo de bloquearnos, hundirnos emocionalmente, lo que podría conducirnos a desarrollar sintomatología depresiva, ansiosa o de otra índole.

Podemos aprender a manejar toda esa cadena de pensamientos catastrofistas que hacen que nos sintamos tan mal y que obstaculizan la consecución de nuestro objetivo, que es ganar emocionalmente la batalla a la enfermedad”.

 Algunos pacientes también hacen referencia a que, además de aprender a convivir con el cáncer, tienen que aprender a convivir con los efectos secundarios de los tratamientos médicos y de los fármacos. Y, efectivamente, sabemos que no es sencillo, pero tampoco excesivamente complicado, porque hay matices, hay claroscuros, y podemos encontrar un equilibrio entre un extremo y el otro.

Tu vida no se interrumpe. Pide ayuda, no estás solo.

superar cancer alava reyes psicologos madrid

¿Cómo puede ayudarnos la Psicología?

Nuestro cuerpo y nuestra mente se encuentran inmersos en todo un proceso de cambios que no podemos negar. La enfermedad y los tratamientos nos hacen sentir incómodos, son dolorosos y desagradables, pero pongamos de nuestra parte a nuestros propios pensamientos, emociones y actitudes.

Podemos seguir algunas pautas que pueden ayudarnos a sentirnos mejor; por ejemplo:

  • Debemos tener claro que esos tratamientos van a contribuir a salvarnos la vida y que podemos aprender a sobrellevarlos y a convivir con ellos de la mejor manera posible.

  • No olvidemos que los tratamientos médicos y psicológicos van a sernos tremendamente útiles y van a contribuir a conseguir nuestro objetivo primordial que es VIVIR. Tengámoslo especialmente en cuenta cuando aparezca la sintomatología “indeseable”.

  • Centrémonos en el día a día, en el presente. Y hagamos que ese día a día sea motivador y especial. Valoremos las pequeñas cosas que nos rodean.

  • En la medida de lo posible, tratemos de mantener unas rutinas y unos horarios.

  • Es momento de cuidarnos, en el sentido más amplio de la palabra. Rodeémonos de todo aquello que nos haga sentirnos bien.

  • Centrémonos en las pequeñas mejorías que vamos sintiendo y no en el camino que nos queda por recorrer. NO seamos tan impacientes.

  • Debemos dejarnos querer, estar con las personas que nos quieren y apoyarnos en ellas.

  • Seamos egoístas; ahora podemos permitírnoslo.

  • Podemos hacernos amigos de la tristeza, ¿por qué no? Tendremos momentos de angustia, de desesperación…, pero no luchemos contra ello porque tenemos más emociones amigas que pueden ayudarnos a aliviar esos intervalos y hacer que nos sintamos mejor.

  • No permitamos que la enfermedad nos invada totalmente, aferrémonos a nuestras ilusiones y persigámoslas.

No estas solo, la Psicología puede ayudarte

superar cancer alava reyes psicologos madrid dolor enfermedad cronica degenerativa

No queremos que te sientas en soledad en este proceso y en este camino que tienes que recorrer. Sabes que puedes encontrar un lugar y un apoyo emocional que favorezca y haga que ese recorrido no resulte tan difícil. Estamos para ayudarte en lo que necesites.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todas aquellas personas que se han enfrentado o se están enfrentando a su enfermedad y que me han permitido acompañarlas, ayudarlas emocionalmente y aprender tanto de ellas.

Acompañamos el artículo de un emotivo relato escrito por E.G.M sobre su dolencia que desea compartir con todos nosotros y que, sin duda, puede ayudarnos a todos. Gracias por compartirlo.

MI VIDA CONTIGO

Te conocí hace casi tres años. Había oído hablar mucho de ti, pero nunca habíamos coincidido. Ni siquiera un lejano parentesco te había hecho presente en mi vida. Sabía que existías, pero como el que sabe que existen remotos lugares a los que nunca va a ir y por eso ni siquiera se plantea qué haría si algún día estuviera allí.

Pero apareciste por sorpresa, silencioso, desconocido, cuando menos te esperaba, y precisamente en uno de los momentos más felices de mi vida. Desde ese día fuimos dos. Tú y yo. Yo tu destino, tú mi realidad. Y como cualquier relación de pareja, poco a poco aprendí a entenderte y comprendí que, en lo bueno y en lo malo, siempre estarías conmigo. Así que tuve que elegir qué hueco hacerte en mi vida y con qué me quedaría de todo lo que traías contigo, que era mucho.

Viniste para quedarte y eso supuso un antes y un después para mí. La vida decidió por mí, pero yo decidí cómo vivirte. Ante tu llegada, todas mis seguridades se tambalearon. Me cuestioné lo que hasta entonces eran para mí certezas absolutas: la salud y la vida. Fui consciente por primera vez de que un simple “para siempre” ya no dependía de mí. Toqué fondo, pues todos mis cimientos de pronto se desvanecieron. Los hilos que movían mi vida hasta entonces empezaron a romperse en cadena y a hundirse como una débil pirámide de naipes. A pesar de todo, no me derrumbé. No dejé que el miedo fuera el protagonista y acaparara mis días. Me negué a ser su marioneta. Sabía que tenía que levantarme, armarme de valor y reconstruir mis principios.

Tras despejar toda duda sobre si algo de lo que yo hubiera hecho podía estar vinculado a tu aparición, me di cuenta, sin embargo, de que la única manera de hacerte frente tenía que nacer en mí. Por eso te consideré un espejo en el que me descubrí, pues supiste mirar en mi interior. Sacaste mi mejor versión, me diste fuerza y me demostraste que soy capaz de todo. Reflejada en ti no encontré a una mujer frágil y débil como me había considerado hasta entonces. Gracias a ti cambié mi visión de mí misma y ante mi mirada vi a una mujer de hierro. Me gustó tanto esa imagen que vi de mí que me prometí que nada, ni siquiera tú, ni nadie, me harían olvidar de qué material estaba hecha.

Fuiste un golpe de madurez. Me hiciste crecer forzosamente, y aunque parezca un contrasentido, al mismo tiempo me has hecho vivir cada día, desde entonces, como si fuera el primero. Con la ilusión de un niño, con la misma pasión del enamorado, con la entrega del que quiere hacer feliz a los demás.

Hiciste que mis sueños se multiplicaran y que en cada pequeño detalle o paso que diera, por mínimo que fuera, cumpliese uno. Miles de sueños que desde que formas parte de mi vida, me mantienen despierta. Gracias a ti comprendí por primera vez que en la vida no basta con estar, hay que vivirla y disfrutarla. Y tú me enseñaste a valorar la vida y todo lo que tengo en ella. Me hiciste ver que hay que dar a cada cosa la importancia que le corresponde y no más. Yo siempre he tenido buena vista y no he necesitado lentes, pero desde que te conocí, llevo siempre encima las gafas de la relatividad que me regalaste. A través de ellas miro todo y me he dado cuenta de que estas gafas son muy necesarias para saber vivir.

Siempre se ha dicho que cuando una persona nace no dispone de un manual de instrucciones para enfrentarse a esa aventura desconocida que es la vida. Pero ojalá todas las personas pudieran nacer con esas gafas de relatividad y mirar con ellas… y el mundo sería muy distinto. Sería bastante mejor.

Por eso yo me siento afortunada porque puedo ver más allá que la persona cuya vista pasa sin concentración por encima de las cosas. Ahora soy consciente de cada momento, disfruto de cada paisaje, de cada olor que me recuerda la esencia y el origen de todo. Saboreo la vida acompañada de mis incondicionales, mi familia y mis amigos. Pero no me conformo con eso. Quiero más, necesito más.

Has despertado en mí la necesidad de ser mejor persona. Quiero poder ayudar a quienes te acaban de conocer o a los que te conocen desde hace tiempo y aún no saben cómo darte tu lugar. Me haría muy feliz poder dar alas a todos aquellos que vieron truncado su plan de vuelo en la vida cuando apareciste.

En definitiva, has sido y sigues siendo para mí cada día una lección de vida. Aunque los principios fueron duros y me hiciste posponer algunos de mis planes, ahora te considero una circunstancia más en mi vida. Contigo he entrenado la resistencia y la paciencia. Me has ayudado a ser más compasiva y a respetar profundamente la realidad. Me has dado la fuerza necesaria para vencer todos los contratiempos que han aparecido. Y sigo teniendo aún fuerza suficiente para los que vendrán.

Nadie está preparado para enfrentarse a algo así. Aún hoy me pregunto cómo fui capaz de reaccionar como lo hice, de seguir con mi vida aun sabiendo que tendría momentos difíciles. Por eso me siento orgullosa de todos los sentimientos que florecieron en mí al conocerte y los que nacen cada día compartiendo mi vida contigo. Tú eres para mí una pieza más de mi existencia. Y mi afición a los puzles me permite encontrar siempre el hueco perfecto hasta para la pieza más imposible. Por eso puedo decir que tú formas parte de mi vida y que soy feliz a pesar de ti. Pero también soy feliz contigo.

Eres una mala carta que me repartieron y de la que no me puedo descartar, pero, aun así, quiero poder jugar contigo la mejor partida, la partida de mi vida.

Este artículo va dirigido especialmente a todas aquellas personas que están atravesando una situación de estas características o lo están viviendo en tercera persona porque tienen a algún familiar, amigo o conocido en estas circunstancias.